Ya en nuestros cuentos infantiles la rana no se convertía en hombre hasta que la princesa no le daba un beso, ni la princesa podía superar todos los peligros que le acechaban hasta que un príncipe no llegaba a rescatarla a lomos de un caballo blanco, estás inocentes ideas nos han acompañado hasta la edad adulta.
Toda persona debe encontrar a su media naranja, sin ella nunca estará completa, esta idea errónea es la que hace que surjan grandes conflictos en las parejas con el transcurso del tiempo. Cuando dejamos de ver a nuestra pareja como un complemento de nosotros mismos y empezamos a darle el lugar de compañer@ de vida y de camino, es cuando empiezan a formarse relaciones sanas de igual a igual.
Una relación de iguales es aquella en la que tu pareja deja de ser una extensión de ti mismo o de tu propia familia, deja de ser esa persona que nunca llega a satisfacernos totalmente nuestras aspiraciones y ni por asomo llega a adivinarlas ( ya que no está en nuestra mente ) .
Estamos artos de ver el romanticismo en la tele, cine, libros o revistas y nos frustramos al no tener a nuestro lado a aquella persona con la que conseguiríamos ese maravilloso amor, si nos fijamos bien en todos aquellos ejemplos idílicos que envidiamos, podemos ver que en la mayoría de ellos falta el pilar más importante para la construcción de una relación fuerte y duradera… LA COMUNICACIÓN.
Nos contaron como debe ser un hombre y como debe ser una mujer para que una relación funcione, sin tener en cuenta que al igual que cambian las condiciones socio-económicas también cambia el modo de vivir en pareja, pero nos seguimos aferrando a esos consejos que un día nos dio un familiar, un amigo, un libro o un programa de televisión comparándonos con las demás parejas, considerándolas mejores o peores según la aproximación a la fantasía que nos hemos creado en vez de invertir tiempo en darle forma a nuestra relación de pareja, pues igual que cada persona es única e irrepetible cada pareja es única e irrepetible y debe encontrar su propio camino.